La habilidad de Rommel para encajar y hacer fracasar las
ofensivas británicas en el norte de África, debían mucho a
la calidad y cantidad de la información suministrada por las
unidades de reconocimiento del Africa Korps. Cada división tenía
su propia fuerza para realizar estas operaciones y, ya que debían
de patrullar el desiero durante largos períodos, tenían que ser
grupos armados y con provisiones propias. No estaban obligados a
entrar directamente en combate con el enemigo: su papel era
simplemente descubrir sus posiciones e informar de los movimiento
inusuales.
En los primeros meses de la guerra del desierto, los Panzer II
eran lanzados a 13 km (el máximo alcance de sus radioreceptores)
como avance del cuerpo principal. Los vehículos blindados, con
mayor velocidad y mejor funcionamiento campo a través,
sustituyeron después, bajo ciertas condiciones, a los envejecidos
carros de combate y cumplían la misma función con más
efectividad. La
artillería ligera, los cañones contracarro y las tropas,
transportadas en vehículos y camiones, trabajaban conjuntamente
con sus hermanos blindados.
Informar sobre el descubrimiento de británicos, sin embargo, era
sólo una pequeña parte del esfuerzo de la unidad, y los
destacamentos especiales de intérpretes, bien instruidos en
las señales de las unidades individuales británicas, escuchaban
las comunicaciones que mantenían los jefes y sus suboficiales.
Parte de la información recopilada por la unidad de
reconocimiento iba aser de poco valor militar, pero la energía
empleada en descifrar los mensajes nunca fue un esfuerzo inútil.
El descubrimiento de un poco de información vital podía
significar la diferencia entre la victoria y la derrota, y Rommel
indudablemente sabía que no podía ignorar estas revelaciones.
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